Porque sí, porque la vida lo quiso, soy así. Apasionada y dulce, analítica, pragmática. Acepto la realidad, no me engaño más. Ya me engané, ya me engañaron. Lo lamento, por ellos, no por mi. El dolor, como el sol, madura, forma. y por eso, porque sí... Soy asì.

lunes, 30 de agosto de 2010

A mis amigos y seguidores

A mis amigos y seguidores

Les informo no he podido publicar pues me encuentro sin pc desde el 13 de agosto.
Saludo a todos y espero estar con ustedes a la brevedad.
Rorry, la Charo

jueves, 5 de agosto de 2010

Abrir una puerta para dar la bienvenida.






Señoras y señores





Continúo con el ciclo de conferencias sobre el tema "Abrir una puerta”.

Ya habíamos hablado, en nuestra primera conferencia "De cómo abrir una puerta", de las puertas y la causa de su existencia. También hablamos del proceso previo de ubicación en el espacio necesario para abrirlas..

Hoy, nos vamos a referir al tema "Abrir una puerta para dar la bienvenida”.

Generalmente invitamos a nuestra casa a familiares, amigos (o a quienes que consideramos amigos hasta que un evento fortuito nos demuestre que no lo eran o, que dejaron de serlo). También a aquellos con quienes mantenemos un desencuentro o una negociación de índole comercial.

Damos la bienvenida a quienes hemos invitado por el placer de estar con ellos, pero también existe la posibilidad de que debamos abrir las puertas de nuestra casa para tratar un asunto de negocios y para recibir a una visita inoportuna o sea alguien que llega sin ser llamado.

En el primer caso, es seguro que hemos pasado el día acondicionando nuestro hogar para recibir al invitado, y estamos esperando su llegada con ansias. Cuando llegue el invitado, antes de abrir la puerta, daremos un vistazo a nuestro derredor para comprobar si todo está en orden. ¿Los muebles brillan, un perfume a limpio predomina en el ambiente, mezclado con los deliciosos aromas que llegan de la cocina? Perfecto, el escenario para recibir al invitado está listo y dispuesto para el momento agradable que esperamos compartir con los recién llegados.. Entonces si, y despues de acomodar nuestra ropa y nuestro peinado... Bajamos la palanca del picaporte, atraemos la puerta hacia nosotros y abriéndola de par en par, recibimos a nuestros invitados con una amplia sonrisa.

En el segundo caso, no siempre daremos la bienvenida a alguien que nos es grato. Muchas veces, por razones de negocios, debemos recibir a personas de quienes desconfiamos o peor aún, con quienes tenemos un problema que resolver. En este caso procuraremos que nuestro hogar, igual que en el caso anterior, luzca prolijo y arreglado. Sin embargo, puede pasar que por descuido, haya quedado en el camino del visitante algún objeto con el que pueda tropezar y provocarle una caída. Si nos interesa sobremanera terminar la entrevista con éxito, deberemos revisar cuidadosamente con la mirada el lugar antes de abrir la puerta para evitar esos momentos de incomodidad.

Es interesante hacer notar que mientras que en el primer caso el sonido del timbre genera en nosotros el pensamiento: ¡Por fin! y que la pregunta que haremos al abrir la puerta será: ¿Qué pasó? ¿Por qué demoraron tanto?, en este segundo caso el timbre generará en nosotros una especie de bufido de resignación y ansiedad unidos a las palabras “ya llegaron” y el ceremonioso “Bienvenidos, pasen por favor” mientras los hacemos entrar.

No olvidemos que, antes de girar el picaporte para abrir la puerta, debemos contraer ligeramente los músculos risorios a fin de recibir a los invitados con una sonrisa. No es necesario que sea una sonrisa plena, basta con que apenas se vean los incisivos superiores e inferiores. Es importante además que la sonrisa parezca espontánea pues, de no ser así, puede convertirse en una mueca lo que generará en el recién llegado una sensación de incomodidad que puede perturbar el normal desarrollo de la reunión, al no sentirse bienvenido y el fracaso de la negociación para la que ha sido invitado.

A fin de evitar este inconveniente se considera positivo el practicar esta sonrisa de bienvenida, repetidas veces ante un espejo hasta lograr el gesto espontáneo que se desea.

El último caso, y el más complicado es el de abrir la puerta y dar la bienvenida al visitante inoportuno. En este caso se producirá una sensación de angustia, molestia y desasosiego. Recorremos con la mirada el ambiente y notamos el desorden en que se halla. Las flores secas en el florero, un suéter tirado sobre el sofá, un cuadro torcido y los juguetes de los niños amontonados en un rincón. Al mirarnos en el espejo vemos nuestro pelo atado en un nudo desprolijo y el equipo de gimnasia que usamos para estar en casa. No hay tiempo de nada y es muy difícil esbozar una sonrisa. Pensando -¿qué demonios viene a hacer a esta hora?, abrimos la puerta mientras esbozamos una sonrisa que más que mueca es una amenaza y decimos: -¿Qué haces por aquí? ¡No te esperaba! con la íntima esperanza de que se dé cuenta de que molesta y se vaya pronto.

De todas formas y para todos los casos, recomiendo abrir la puerta con una sonrisa espontánea y una actitud abierta a nuevas experiencias pues nunca sabemos que sorpresa nos puede traer el visitante, ya sea esperado, que venga por un asunto de negocios o haya llegado de sorpresa.

Hago constar que no me detengo a hablar del tema de “cómo dar la bienvenida a un amor u amante”, pues considero que este es un tema personalísimo, que debe ser manejado por cada uno de acuerdo a lo que crea más oportuno.

Estimados concurrentes, quedo a disposición de ustedes para evacuar cualquier duday también me declaro abierta a cualquier sugerencia sobre un tema a tratar en la próxima conferencia.

María del Rosario Márquez Bello
Rorry, la Charo

Buenos Aires, 5 de agosto de 2010
Derechos Reservados

 
Web Stats