Porque sí, porque la vida lo quiso, soy así. Apasionada y dulce, analítica, pragmática. Acepto la realidad, no me engaño más. Ya me engané, ya me engañaron. Lo lamento, por ellos, no por mi. El dolor, como el sol, madura, forma. y por eso, porque sí... Soy asì.

miércoles, 22 de julio de 2009



HECHIZO

En su oscuro y frío laboratorio, rodeado de cuencos y retortas, Mester Segismundo sonreía. La esperanza lo invadía mientras contemplaba, con una débil sonrisa, los ingredientes alineados frente a él. ¡Que difícil había sido conseguirlos! Años y años de búsqueda recorriendo lugares remotos y abyectos tugurios. Pagó por algunos precios exorbitantes y casi entregó su vida para obtener otros. Pero esta vez fue a costa de su sacrificio, y no como aquel día aciago en que entregó a una inocente criatura para satisfacer sus ansias de conocimiento. Si bien era cierto que él también había resultado afectado por el horror que había provocado, sabía que nada podía igualar el sufrimiento y la angustia que sufrió, y aún sufría, la pobre mujer.

Sacudió la cabeza para ahuyentar los recuerdos y puso manos a la obra. La fórmula decía: “Verter en un perol de cobre 4 puñados de polvo de cuerno de unicornio junto con la grasa del hígado de cinco aves del paraíso y llevar al fuego. Cuando la mezcla licue, agregar 4 pizcas de picaduras de crin de rinoceronte blanco y una copa de esencia de muérdago. Revolver bien y, retirando del fuego para evitar que se evaporen, añadir 10 gotas de lágrimas de tirano (es muy importante tomar esta precaución dado lo difícil que es hacer que un tirano llore).”

¿Sería esta pócima tan efectiva como le había asegurado Aristos, el Sabio? ¡Ojala! Porque solo así lograría recuperar su felicidad.. Dejaría de mentir y tendría derecho a gozar de su vida.. ¡Qué alto fue el precio que pagó por ese instante fatal en el que entregó su derecho a la felicidad, creyendo que así podría acercarse un poco más a la Verdad Suprema.

Bueno... la poción estaba casi terminada. Sólo faltaba el toque final... Exponerla al canto de un ruiseñor azul Fue hacia la jaula mientras recordaba lo que tuvo que entregar para obtenerlo. Era un especie muy rara, tan difícil de conseguir como los ojos de mandrágora o los tentáculos de la medusa del Mar Muerto. Tuvo que entregarle a Menebaldo 2 bolsas de oro y los resultados de las investigaciones que había hecho sobre la piedra filosofal durante 15 años... Pero nada era demasiado con tal de lograr su objetivo...

Finalizado el proceso, abandonó el sótano y untó, con una fina capa del ungüento, el pasamano de la empinada escalera que llevaba al aposento matrimonial.

Subió y desde lo allí llamó a su esposa. Llevaban ya 15 años de casados y catorce habían pasado desde aquel día en que, impulsado por su sed de conocimiento, cometió el error que ahora trataba de enmendar. Escuchó sus pasos y la vio llegar... Le pidió que subiera...

En respuesta a su llamado gibosa, con el pelo gris que semejaba un nido de serpientes, la nariz ganchuda, sostenida apenas por sus retorcidas piernas y con la mano apoyada en la embadurnada madera del pasamano, la horrible bruja subía, con dificultad, hacia él.

Después de contemplarla, el Hechicero cerró los ojos y pronunció las palabras finales del conjuro que podía devolverle la dicha perdida. Solo se oía el crujir de los escalones a medida que la mujer asentaba sus pies en ellos...
Cuando se animó a mirarla, el hombre vio que, peldaño a peldaño, su compañera se acercaba a él. Y vió como, gracias al hechizo, paso a paso, recuperaba la incomparable belleza que él había enajenado en aras de la sabiduría.

Ahora... yo te pregunto lector ¿Cuál crees que fue la actitud de la mujer, al recuperar la belleza perdida?...
María del Rosario Márquez Bello


22 de julio de 2009

martes, 21 de julio de 2009

Dos vidas...

Participación en el Juego de la Creatividad
del Blog "Los unos y los otros"
de SUSURU
21 de julio de 2009
Mirta y Aída: Dos vidas




Mirta o Mirty
Confiesa cuarenta y tantos, pero ya pasó los cincuenta.
Es docente en una escuela privada


Aída
Cincuenta y cinco años.
Empleada en un estudio jurídico

Mirta y Aída se conocen de toda la vida. Compartieron juegos, ilusiones y pesares en la cortada de Flores en la que se desarrollaron su infancia y juventud.
Fueron juntas a la primaria pero sus caminos se separaron en el secundario. Mirta optó por el magisterio, el sacerdocio, la vocación de servicio y todo eso. Aída en cambio fue al bachillerato porque, aunque ella quería ser azafata o modelo, sus padres decían que era muy inteligente y su futuro era la abogacía.
Seguían viviendo en el mismo edificio de departamentos así que continuaron siendo amigas.
A Mirta no le resultó fácil el secundario, pero lo terminó gracias a su constancia y fuerza de voluntad. Fue la envidia de sus compañeras porque se casó una semana después de recibirse, ganando de esa manera la carrera disimulada que corrían todas las chicas en esos tiempos: el casamiento.
Por eso luce como un trofeo, en la cabecera de la cama la foto en la que se la ve avanzar hacia el altar enfundada en su traje de novia. Enfundada dije, porque el vestido fue todo lo ajustado que la elegancia, los límites de la decencia y su madre lo permitieron. ¿Por qué tan ajustado? Pues para demostrar que no se casaba “de apuro”. Para enseñarle a las demás que era posible llegar al altar virgen (o casi, pero eso es un detalle del que no voy a hablar ahora). Continuando con la carrera inconsciente por ser la primera en todo, tuvo su primer hijo 10 meses después y, aunque esta meta no hubiera querido alcanzarla, fue la primera en volver a la casa paterna dos años más tarde con un hijo en brazos, otro en la panza y el título de “cornuda” coronado su cabeza.
Entonce buscó en la biblioteca de su cuarto de soltera el título sin estrenar, lo revalido y salió a vivir la vida de una madre separada, con dos hijos que cría la abuela y un marido que se borra.
Fue en ese momento que se instaló en su rostro ese gesto de tristeza, decepción y resignado asombro. Nunca pudo comprender porqué, si hizo todos los deberes, salió reprobada en felicidad.
Aída en cambio pasó por el secundario con la tranquilidad que brinda la inteligencia y luego ingresó a la Facultad de Derecho. Difícil época aquella Facultad de marchas estudiantiles, lucha política, centro de estudiantes, y luego llegó el Proceso. No se recibió pues tuvo que dejar los estudios y hoy, todavía, no entiende como es que está viva. No es que haya participado en política, pero muchos de sus amigos si. Eso, en aquella época, podía ser una condena a muerte o, lo que es lo mismo, a desaparecer.
Hubo en su vida amores y desamores, vanos intentos de felicidad. Es una buena mina, pero no se da cuenta que un aspecto de su carácter hace muy difícil que las personas sean sus amigas. Dice ser tolerante, pero es dura e inflexible con el que se equivoca o no se comporta de la manera que ella cree que la gente debe comportarse. No comprende, ni intenta comprender o justificar los errores de los otros, aunque diga lo contrario y se precie de ser una excelente consejera. No era así, pero lo vida le pasó por encima y ahora es de aquellas de “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Aconseja a los mujeres que dejen a los hombres que las maltratan pero ella se sintió “llamada por el destino” para sacar del vicio del alcohol a un hombre al que amaba. Casi muere en el intento, pero no escuchaba los consejos ni las palabras de otros. Gracias a Dios una vez se sintió tan cerca de la muerte que huyo de él y ahora evita hasta pasar cerca de donde él vive.
Mirta está sola, pues sus hijos fueron a buscar su destino en el extranjero. Sigue en la búsqueda de un hombre. Un buen compañero. No espera enamorarse pero sí quisiera alguien con quien compartir en paz, armonía y buen sexo (¿por què no?) el final de su vida.

Aída también está sola. Ella no busca un compañero, sino que busca “el Amor”. Aunque parezca mentira y no lo demuestre, es más pacata, romántica y cursi que Mirta. Para ella el sexo sin “el gran Amor” no existe. No busca un hombre, sino “el Hombre”, aquél que haga sonar la sinfonía de campanas y tina de rosado el horizonta,y bla, bla, bla… Y así es que está sola. Ninguno de sus intentos de pareja duró pues endiosaba al hombre y después se desilusionaba. Hasta que llegó esté último, el borracho…-“Tan sólo se tocaron y sintió una corriente que corría por todo el cuerpo”…- Se había enamorado, él era… ¿Qué era? Dos años después, tuvo que salir corriendo de la casa de él porque quiso ahorcarla en una de sus crisis de alcohol.
Hoy, vuelven a estar juntas como en el comienzo. Las circunstancias de la vida y del país en que viven las obligaron a buscar esta solución para tener un lugar donde vivir. Los que las conocen no comprenden cómo pueden estar juntas. También se preguntan ¿Hasta cuando?
Yo creo que será hasta que Mirta se canse de hacer lo que los demás esperan de ella para ser querida y aceptada…. O hasta que encuentre una buena psicóloga que le haga comprender que es una adulta y no necesita la aprobación de los otros para ser feliz.-

Rorry/la Charo

21 de julio del 2009

miércoles, 15 de julio de 2009




Yo soy un ave con las plumas cortadas, que espera pacientemente que estas crezcan para levantar vuelo, sin recordar que esto es imposible pues está encerrada en una jaula de cristal."

sábado, 11 de julio de 2009

LA REGLA




Recordando, con mucho respeto,
al querido doctor Florencio Escardó)


Tía… ¿Ya está todo sobre la mesa? preguntó Mónica desde la cocina.
Si-conteste- mientras acomodaba sobre la mesa las dos fuentes de acero.
¡Bien!-exclamó Diego- pero traigan una regla porque no voy a permitir que nadie coma un poquito más que yo.....
¿Qué es una regla? preguntó mi sobrina-nieta...
Y entonces sucedió... Se conectó mi chip de la in-oportunidad y abri la boca para explicar: “Llamamos regla a un elemento de madera, metal o plástico que nos permite tomar medidas. Medimos de acuerdo a las pautas que nos dieron, aunque las pautas son relativas.
Regla deriva del latín regularis. La vida de las mujeres está regulada por la regla. Esta regulación establece tres épocas: antes de la primera regla, mientras tenemos la regla y después de la última regla. La regla de las mujeres es unipersonal y subjetiva. Se rige por la luna, las hormonas y los estados de ánimo.Estado de ánimo es aquello que hace que nuestros amigos hablen de nosotras entre ellos. Según ellos un día estamos raras, otros locas y los días anteriores a la regla alteradas. Algunas mujeres se deprimen cuando tienen la regla, otras, en cambio, respiran aliviadas.
Cuando tenemos la primera regla nos dicen señoritas. Señorita es aquella que espera la regla con angustia hasta que se convierte en señora. Señora es la que tiene el aval de la sociedad para no tener regla durante ciertos períodos de su vida. Pero si tiene la regla periódica y regularmente es acosada por los que la rodean preguntando... ¿Y,para cuando el heredero?...¿para cuando?
Esta circunstancia puede provocar problemas de pareja, sobre todo si uno de sus integrantes quiere cumplir con el mandato social y al otro no le interesa. En este caso se puede pedir la anulación del matrimonio, que es la forma legal por la cual las mujeres pueden volver a ser vírgenes (o casi) habiendo sido señoras.
Pero nosotros estábamos hablando de la regla... a la regla también se le dice menstruación, el asunto, días femeninos, días impuros, esos días, la visita, estar indispuesta, Andrés, el mes. En fin todo depende de las culturas y paises.
La mujer que aun no tuvo su primera regla es una niña, una promesa, un capullo sin abrir, una flor sin perfume, un fruto que va a madurar. Es el ángel tentador, la inocente picardía.
Aquella que ya la ha tenido es la fruta madura, la tentadora, Bethsabé, la hetaira, la que distrae de la contemplación de Dios, la madre de la especie, la progenitora.
La que la ha dejado atrás es la vieja, la bruja, el árbol seco, la flor marchita, algo descartable y rápidamente reemplazado por una fruta madura o hasta por una flor sin perfume, de acuerdo a la perversión del hombre que la escoge.
Hete aquí, pues, que el status de las mujeres y su condición social están regidos por la regla. Promesa, concreción, descanso y rechazo. Etapas fijadas por la regla en su espera, presencia y retiro.
Se dice que el retiro es esperado con ansia y temor al mismo tiempo. Asimismo se llama retiro a la jubilación, la cual también es esperada con temor y con ansia. Jubilación es la etapa en que se descansa, o en que se cree que se va a descansar. Es el tiempo libre, en que se cosecha lo sembrado durante nuestra vida laboral, o al menos eso creemos, hasta comprobar que la realidad de la vida y las reglas de la economía diezmaron la cosecha. Y volvemos a depender de la regla esta vez para medir cuánto ganamos, cuánto gastamos y cuánto nos falta para llegar a fin de mes.
De ahí que los seres humanos estamos siempre expuestos a la regla... Reglas de conducta, morales, de mercado. Reglas políticas, religiosas y fisiológicas. Reglas de ortografía, matemáticas y de pronunciación. Reglas de interés simple y compuesto... Reglas que permiten medir volumen, distancia, tiempo...
Tiempo es el periodo que transcurre entre el ser y el no ser. Ser es surgir, emerger, aprender, tener conciencia, vivir, gozar, reproducirse y sufrir hasta llegar al no ser.No ser es la oscuridad, el temor, la duda, lo quieto, lo oscuro que puede ser medido al variar su intensidad hasta llegar a la luz. Para medir este proceso también existe una regla. De donde volvemos a la certeza de que todo en nuestra existencia está regido por una regla.
Reglas que miden y reglas que rigen. Reglas que comparan y reglas que sojuzgan…”
Fue en ese momento cuando advertí que todas las miradas estaban fijas en mí. Los ojos de mi hermana me enviaban un mensaje, no por reiterado menos agresivo,”otra vez te convertiste en el centro de la reunión"
A su lado, mi sobrina discutía en voz baja con el marido, mientras me miraba de soslayo con cara de mártir. Esto duró apenas un segundo, ya que reaccioné con la prontitud que dá la experiencia repetida de quedar en evidencia unida a mi eterno temor al ridículo. Giré sobre mí misma y, quitando la tapa de la bandeja de acero,dije: " ¡Para que usar una regla si tenemos cuchillos para untar! A ver... ¿quien quiere mousse de roquefort y nueces? En la mesa hay paneras con galletitas de sésamo, mignones y tostadas de pan lactal.
Veinte minutos despues, gracias a la mouse y a dos botellas de vino cabernet sauvignon, todo había vuelto a la normalidad. Volví a ser la tía Rorry, famosa porque siempre llegaba a las reuniones munida de su mouse de roquefort y la ya legendaria torta de frutillas, ambas componentes infaltabables en las reuniones de la familia.
La querida Tia que nunca debería olvidarse de mantener la boca cerrada y así no caer en una de sus famosas, y muchas veces inoportunas, demostraciones de erudicción no solicitada.-

Rorry, la Charo
Maria del Rosario Márquez Bello (2001)
Derechos Reservados



¿Para que sirve la literatura?...

La literatura es una ventana a la fantasía, un pasaporte a la realidad y al conocimiento de culturas, vidas, sueños y territorios lejanos. La literatura es vida, alimento para el espíritu y solaz para la mente.

Si hablo de la literatura tengo que decir que fue la varita mágica que me abrió la ventana a la fantasía, al descubrimiento del mundo en que vivo, a las ilusiones, heroísmos y cobardías.

Con Monteiro Lobato y su Minotauro, recorrí las montañas e islas griegas, ascendí al Olimpo, conocí a sus dioses y semidioses, saboreando néctar y ambrosía mientras presenciaba sus rencillas. Estuve con Hércules, vi a la Hidra de siete cabezas y a Prometeo atado a una roca pagando la osadía de haber robado el fuego de los dioses.

Con Julio Verne recorrí África en un globo, lo profundo del mar con el Nautilus, di la vuelta al mundo para ganar una apuesta y llegué hasta el Estrecho de Magallanes.

Compartí la prisión con el conde de Montecristo, sufrí junto a D’Artagnan cuando asesinaron a su amada, subí por el árbol de guisantes hasta llegar al reino del ogro y sentí el dolor que taladraba los pies de la pobre sirenita.

Luego llegaron a mi vida los libros de ciencia ficción, la revista Mas Allá, la saga de los Aznar, Asimov con sus robots más que humanos, Bradbury con la triste nostalgia por lo que habríamos de perder en el futuro. De la mano de Huxley conocí el soma, la fecundación in vitro y la programación de los seres humanos. Orwell
en “Mil novecientos ochenta y cuatro” me habló del Hermano mayor, la manipulación de la historia (como dice la canción “...si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia...”) y también me permitió descubrir cual podría ser mi terror más profundo, aquel capaz de doblegar mi voluntad o llevarme a la locura.

Supe de la filosofía y costumbres de China con “Una hoja en la tormenta” y “Las llaves del Reino” ambas me hicieron vivir en la pobreza, el imperio y una aterradora guerra civil.

Me sentí una yanqui de pura cepa, pues Tom Sawyer, Hombrecitos, Mujercitas, Papaíto Piernas Largas, Jane Eyre y luego la colección “Rastros” me hicieron creer que yo era una de ellos. Que los cowboys cabalgaban por las pampas, los indios eran malos y los bisontes debían ser exterminados por el bien de la nación..

En mi temprana adolescencia “La chispa de la vida” de Erich María Remarque me llevó al terror y la desesperanza de los campos de concentración. Luego, ya adulta, “La hora veinticinco” y su continuación “Una segunda oportunidad” me hicieron sentir que no hay esperanzas para los que quieren vivir en paz. Que siempre habrá una guerra, un nuevo conflicto, una diferencia política, racial o religiosa que será aprovechada por aquellos que lucran con el dolor y las necesidades para desatar otra contienda..

Esos libros fueron los que reafirmaron mi convicción. Ya me había horrorizado leer en Las llaves del Reino el momento en el que traen a un chino que había sido prisionero de unos guerrilleros y descubren que éstos le habían hecho, con clavos, una corona en la cabeza a semejanza de la corona de espinas de Jesucristo, porque se había convertido al cristianismo. Sin embargo, ver como los protagonistas de “La Segunda oportunidad”, padecen primero bajo el dominio alemán y luego como, cuando son liberados, les cobran el precio del odio con la vida de su pequeño hijo, leer que justo cuando creen estar en paz ven aterrizar en su campo un helicóptero del que descienden unos soldados que vienen a liberarlos en nombre de quien sabe qué idea política; y empieza a girar, otra vez, la rueda de la guerra y el terror en la que ellos quedan envueltos, me produjo un impacto tan grande que nunca quise releer ese libro y me deshice de él en cuanto pude. Como si fuera el transmisor de la peste de la guerra.

De todo lo que leí aprendí algo, descubrí nuevos mundos, otras formas de vivir, costumbres y religiones desconocidas. Al mismo tiempo viví las vidas y aventuras de sus protagonistas. Fui Desirée Clary novia de Napoleón y devota esposa de Bernardote. Sentí con ella la falta de cariño de su madre adoptiva, la reina de Suecia. Siguiendo su vida estuve en la Francia revolucionaria, la del Imperio y el regreso de los Borbones. Estuve en Capri con la “Historia de San Michelle”, embalsamé cadáveres con Sinhué el Egipcio, fui etrusca, romana, inglesa, china, japonesa, lapona o mujer de las cavernas. Estuve en la Polinesia, en España, en el fondo del mar y en lo alto de los cielos. En la cumbre helada de los Andes junto a los sobrevivientes de un accidente aéreo y en un velero recorriendo los mares del sur. . Navegué en el acorazado Graf Spee y con los barcos piratas de Salgari. Crucé el espacio en autoplanetas y naves espaciales. Viajé al centro de la tierra con Julio Verne. Fui feliz y desdichada. Reí y lloré junto a los protagonistas de mis lecturas. Imaginé paisajes que no pueden ser recreados por ninguna tecnología, conocí culturas inexistentes y procuré descifrar la escritura de los dioses en la penumbra de un calabozo. Fui victima y victimaria. Seducida y seductora. He muerto mil veces. De frío en Alaska, de sed en el desierto. De hambre en los campos de concentración y de placer en los brazos de un ser amado. Di vida y otorgué muerte. Ascendí a las montañas en busca de mármol para crear esculturas por orden del Papa y junté hojas de palmeras en una perdida isla del Pacífico para hacer una choza que me sirviera de cobijo. Descubrí ciudades perdidas y arrasé civilizaciones enteras. Fui Atila, Carlomagno, Cleopatra o la Perricholi. Sentí como el amor, ya fuera divino o mundano, transformaba a Juana de Orleáns, Juana la loca y a Juana Manuela Gorriti en mujeres que se destacaban del resto de sus congéneres. Supe del odio, de la ambición, de la entrega generosa y de aquella que solapa fines mezquinos, de la vida de los hombres y los animales, de la historia y la fantasía.

Y así, a lo largo de los años, día a día, hora a hora la literatura fue refugio, acicate, guía, consuelo, solaz, formadora y deformadora, de lo que soy y de lo que pude haber sido, de lo que fui o de lo que no pude evitar ser. Semilla y sal en el surco de mi vida, señalización de los “si hubiera” que quedaron en el camino.

Hoy, cercana a la literatura pero alejada por motivos ajenos a mi voluntad, añoro aquellos momentos de entrega apasionada al placer y a la ansiosa expectativa de abrir un libro y sumergirme en él sin tener idea del tiempo que transcurre mientras recorro sus hojas y absorbo, como tierra sedienta, las ideas e historias que él encierra.-

María del Rosario Márquez Bello (2006)
Derechos Reservados

jueves, 9 de julio de 2009


Rosario(la otra) y Yo

La otra, calcula cada paso como un general que planea sus batallas. Yo, en cambio, disfruto de los crepúsculos, las cúpulas de Buenos Aires y un café junto a mis amigos. Ella titubea y se lleva las cosas por delante, en su afán por continuar participando en la vida que llevan los demás. Eso me abochorna a MI, que en la soledad, soy eficaz, rápida y segura. Por eso, procuro convencerla de que sea fiel a sí misma y no trate de ser la persona que los demás esperan que sea.Ella disfruta del barniz de cultura e intelectualidad que tenía antes del cambio y Yo... lucho, con denuedo, para recuperar ese prestigio. Es una tarea dura pues mis ojos enfermos son un obstáculo difícil de franquear. Compartimos el gusto por la música de cámara, Bach, la New Age y leímos (por no decir devoramos) libros de antropología, novelas, ciencia-ficción y autoayuda. Aunque a la otra no le gusta mucho admitir esto último, debo reconocer que nos ayudaron mucho en los malos momentos.Su existencia impide que muchos me conozcan. Esto, a veces, es cómodo pues no quiero vivir dando explicaciones por ser como soy. Algunos me descubren, no se dejan engañar por la otra, y les gusto así. Vivo en la espera de que eso suceda, que Ella no desvíe la atención o genere rechazo. Pero no reniego de Ella pues ambas somos una y Yo soy las dos; y cada una, si lo desea, puede hacer el trabajo de las dos.Nos pasaron las mismas cosas, es cierto, pero mientras que a Ella la obligaron a reducir sus expectativas y renunciar a ciertas metas, a Mí me abrieron nuevos caminos, otra forma de vivir y ver la realidad. Por eso, la otra y yo somos inseparables y complementarias. La luz y las sombras, el día y la noche, la saciedad y el hambre, el amor y el odio, el aleph y el nadir, el todo y la nada... La vida en suma.-


Rorry, la Charo
(Trabajo realizado en el Taller Creativo de Jorge Capsisky
sobre Borges y yo de Jorge Luis Borges)

Derechos reservados (mayo 2001)


Sola

Sola, escultural, altiva, dominante
así te ven aquellos que te observan.
No saben, claro que no saben,
que muy dentro, tu alma se desgarra
y tus rodillas flaquean, intentando
que no caigas, acurrucada y sollozante.

Sigues aferrada a ese amor que te destroza,
a ese ser que te ignora, aminora y desdibuja.
Al que te oculta, casi con verguenza,
pero no logra vivir sin tu presencia.
Al que busca tu cuerpo con urgencia,
mas convivir no puede con tu inteligencia.

Le abriste el camino que hoy
recorre con éxitos y halagos,
más desde el primer día decidió
mantenerte oculta,en la penumbra
Hoy estas sola. Ejerces la mentira
de parecer altiva y dominante,
y esconder el dolor que en gajos te desgaja.

Y así sigues avanzas, arrogante,
procurando, por mandato cultural,
y por orgullo,no rodar por el suelo
desmadejada y sollozante.

María del Rosario Márquez Bello
(2009)
 
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