Un lamento sin forma
(Sobre “El Grito” de Edward Munch)

Oscura la vida y su devenir.Rojos cielos de desgracia presagian funestos tiempos venideros.

Un puente que conduce a un si-acaso desconocido y el temor...Ese temor que oprime, atenaza y perturba hasta hacer que mis manos contengan ese grito sordo, demencial, que pretende emerger, distorsionando mis ojos y mi boca.

¡No quiero!¡No quiero! solloza en silencio mi alma...¡No puedo! ¡No puedo! gimen mis músculos paralizados, urgidos por responder a un irracional deseo de huir...

¿A dónde? ¡No sé! pero quedarme en medio de este paroxismo de angustia es intolerable. El dolor es un pozo oscuro, en el que la garganta se desgarra con un lamento sin forma.

El agua, azul profundo, se manifiesta provocadora. Azul de Paz, de profundidad, de calma serena y distante.

¿Es este, quizás, el camino que me señala el puente sin destino? ¿El remanso de la tierra árida que dejé a mis espaldas y del rojo cielo que presagia tormenta.

Me acerco a la baranda y miro hacia abajo. Brillo de zafiros, amatistas, blanca espuma. Es posible que sea el refugio buscado. El descanso a tanta duda, pesadumbre y pena.

Entonces, no dudo y salto...

Y, al saltar, comprendo, que ese grito silencioso y el desesperado gesto de horror, que distorsionaban mis facciones,eran el reflejo de mi temor al salto..

Rosario (la Charo)

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