Porque sí, porque la vida lo quiso, soy así. Apasionada y dulce, analítica, pragmática. Acepto la realidad, no me engaño más. Ya me engané, ya me engañaron. Lo lamento, por ellos, no por mi. El dolor, como el sol, madura, forma. y por eso, porque sí... Soy asì.

martes, 16 de marzo de 2010

Motivo de mi ausencia

Queridos amigos

Les informo que desde el día 7 de marzo de 2010 no cuento con mi computadora.
Creía tener solucionado el problema en el día de ayer pero me encuentro con la novedad de que el tema es más complicado de lo esperado no teniendo hasta el día de hoy fecha de entrega.

Les dejo mis saludos y espero estar con ustedes a la brevedad.

Rorry, la Charo

jueves, 4 de marzo de 2010

Mister Wilbur Smith - UN HOMBRE DE PRO


Halle esta imagen y dejé surgir los pensamientos que ella me sugería.

¿Quién es este hombre?¿Cómo es?¿Cuáles son sus principios? ¿Qué valores morales puede vulnerar para lograr su objetivo?

Parece un caballero inglés de fines del siglo XIX. Severo, rígido, ambicioso, dominante y solitario.
Creo que se rige por ideología de la era industrial: "Si yo lo logré, todos pueden hacerlo. No progresa quien se deja dominar por la pereza. No tengo por qué ayudar a quien se deja estar."

Dispuesto a hacer lo necesario para llegar a su meta, ya sea explotar a sus empleados, estafar a sus socios, malversar fondos.
Todo vale para su ambición.

Fue por ello que se me ocurrió escribir este pequeño relato:

Mister Wilbur Smith
“Un hombre de Pro…”

Todos le dicen hipócrita y algunos quieren matarlo.
Es un anciano caballero de aspecto rígido, carácter autoritario, retraído y de pocos amigos. Cuando no se encuentra en su casa, de altos ventanales velados por espesas cortinas, está en la fábrica supervisando obsesivamente el progreso de sus negocios. En los momentos de ocio completa su colección de estampillas o juega solitarios mientras saborea su whisky preferido. Si opta por el aire libre, combina con algunos conocidos una partida de caza.
En fin, manifiesta en su conducta la mayoría de las pautas establecidas para alguien de su nivel social, aunque en su interior bullen complejos e inseguridades que oculta tras su aparente frialdad. También le perturba el recuerdo de sus actos. Pero desprecia la culpa y justifica todo en nombre de su ambición y deseos de poder. Es un hombre poderoso y se complace con ello. Sin embargo…
Cada tercer martes de mes tiene un compromiso ineludible. Luego de una frugal cena espera, impecablemente vestido, el carruaje que le lleve hacia la mansión donde ha sido convocado. Tras un corto recurrido llegan a destino. Una mansión rodeada de jardines, se abre el portón y el carruaje lo deja frente a la puerta principal.
Luego de indicarle al cochero que espere para llevarlo de regreso a su casa, asciende los cinco escalones que lo llevan hacia la entrada y hace sonar el llamador. Cuando el circunspecto mayordomo abre la puerta lo sigue, en silencio, hasta la habitación que le asignaron. Sobre una banqueta está el atuendo que usa en esas ocasiones. Se cambia. La áspera bayeta lastima su cuerpo desnudo mientras se dirige a la puerta ubicada en la pared opuesta.
Despojado de su altivez, tímidamente, golpea en ella con sus nudillos.
Tras largos minutos de espera, le ordenan pasar. Al abrir la puerta se encuentra en un salón colmado de pupitres, un escritorio y un pizarrón. Con una sonrisa trémula que pretende disimular la tensa expresión de su rostro camina hacia el escritorio.
Avanza lentamente mientras lo espera una imponente figura que golpea su mano izquierda una y otra vez, con una larga vara de bambú.
Todos los llaman hipócrita. Algunos quieren matarlo. Y él sabe que tienen razón.
María del Rosario Márquez Bello
Rorry, la Charo
Buenos Aires, 4 de marzo de 2010
Derechos Reservados.


 
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