Porque sí, porque la vida lo quiso, soy así. Apasionada y dulce, analítica, pragmática. Acepto la realidad, no me engaño más. Ya me engané, ya me engañaron. Lo lamento, por ellos, no por mi. El dolor, como el sol, madura, forma. y por eso, porque sí... Soy asì.

martes, 18 de agosto de 2009

MASCARAS

En el blog "Los Unos y Los Otros" SUSURU posteó un hermoso cuento creado en su Taller.
Entre los comentarios cruzados surgió la idea de escribir otro cuento sobre el mismo tema.
Susana, aquí está

MASCARAS
Había fiesta en la tierra de los Roncavurtes.
Belamur, la heredera de la estirpe, la encargada de conservar el linaje tomaría esposo en siete días. Era una joven muy querida por su pueblo y respetada porque había sido formada siguiendo las enseñanzas que, siglos atrás, habían dictado los antiguos y sagrados Egregios, imbuidos por la sabiduría del Señor de la Luz y de la Noche..

Belamur abrió los ojos con dificultad. Hacía varias horas que el sol se había asomado detrás de las montañas que rodeaban la ciudad. Era primavera y los rayos brillaban con tanta intensidad que tornában difícil tarea el mantenerlos abiertos. Era el día de su vigésimo cumpleaños y hoy le presentarían a sus pretendientes. Según la costumbre, cada uno le hablaría de sus valores, riqueza y costumbres. De esa manera pretenderían demostrarle que eran dignos de ser su compañero en la vida y en la tarea de la continuación del linaje.
De acuerdo a la costumbre, llegarían 3 hombres. Ninguno vestiría de acuerdo a su realidad, ó quizás sí, eso no lo sabría ella y formaba parte de la tradición. Alternarían con ella durante varios días, y al cumplirse la semana se celebraría la unión con aquel que ella consideraba el indicado.

En ese instante llegaron sus azafatas con la misma sonrisa estereotipada de siempre. Como de costumbre, golpearon suavemente antes de entrar a la habitación para darle la oportunidad de cubrirse decorosamente pues no podría mostrar su desnudez ante nadie que no fuera su esposo. La ayudaron a ponerse el blanco vestido que debía usarse en la ceremonia de presentación y se retiraron a fin de permirle elegir, en soledad, la última e imprescindible prenda de su vestimenta, aquella que defendería su pudor ante la gente. Belamur se dirigió al armario que cubría toda una pared de la habitación y lo abrió. Recorrió con la mirada su interior y, finalmente, se decidió. Entonces se quitó el velo y retiró del soporte una bella máscara, casi tan blanca como su vestido, con grandes ojos almendrados que le daban una cierta expresión de dulzura. Esa era la máscara que usaría en esta ocasión. Se volvió hacia el espejo, que tan hábilmente había eludido antes, por la costumbre de años de pasar ante él sin mirarse la cara, y contempló la figura que ante ella se presentaba. ¡Que bella era esa máscara! Gracias a los Hados y a la riqueza de su padre, ella podía disponer de una magnífica colección de máscaras que le permitían comunicar a los demás su estado de ánimo y al mismo tiempo evitar el pecado de mostrar el rostro ante los demás. Compadecía a todo aquel que sólo podía disponer de una máscara y acaso cambiarlas en los momentos culminantes de la vida tales como la Iniciación, el Primer Hijo, la Unión de por Vida y la Muerte. Las máscaras o másharas eran muy costosas y la mayoría de las personas se veían obligados a usar la misma día a día, sin poder manifestar sus sentimientos nada más que hablando y acompañando sus palabras con movimiento de sus manos y cabeza. Con un suspiro de compasión hacia esos pobres seres abandonó la habitación y se dirigió a la Sala del Consejo.

Allí la esperaba el Rey, su padre. Se aproximó a él, hizo una leve reverencia, y al incorporarse, rozó levemente con sus dedos, en un gesto de filial cariño la máscara dorada de su padre. Se ubicó a su diestra y esperó a que se iniciara la ceremonia.

El edecán hizo pasar a 3 hombres, que se quedaron en el extremo contrario del salón. Apenas se los divisaba pero parecían ser muy diferentes uno del otro en físico, apostura y vestimenta.

El primero era algo obeso, vestido de raso azul con finos encajes que orlaban sus manos mientras que un hermoso broche sujetaba la blonda que oficiaba de corbatín. Su máscara era bellísima, cejas perfectamente delineadas, ojos de aburrida expresión y una sonrisa apenas esbozada. Saludó con una elegante reverencia y le entregó como muestra de su interés una hermosa mantilla de encaje.

El segundo, alto, delgado y vestido de gris se detuvo a una distancia prudencial. Pese a lo serio de su vestimenta lucía, casi desafiante, lo último que dictaba la moda del reino: un antifaz de pana negra que se prolongaba como un faldellín hasta cubrir por completo su cuello. Se acercó a ella y le presentó su obsequio: un delicioso antifaz de encaje bordado en oro y piedras preciosas, con un volado de gasa que cubría su cara y su cuello para posarse, delicadamente, en sus hombros.

Finalmente avanzó el tercero. Belamur miró inquisitivamente a su padre, creyendo ser objeto de una broma. El hombre avanzaba lentamente, como si arrastrara el mundo detrás de él. Era alto, muy alto, aunque algo encorvado. Su ropaje era oscuro y suelto, casi un sayo. Cuando estuvo a su lado le ofreció un botellón de oscuro vidrio del que emanaba una exquisita fragancia. La máscara era horrible, parecía que hubiera caído una piedra sobre ella, aplastando la zona de la nariz y haciendo resaltar la mandíbula que se proyectaba hacia delante. Tan fea que parecía que hubiese sido elegida con el fin de hacerse detestable, y así evitar ser el elegido.

Despues se leyeron las condiciones del cortejo. Cada caballero tendría dos días para acompañar a Bela, hablarle de su vida, sus proyectos, ideales y expectativas con respecto a su unión. Facilitando de esta manera la elección que debía hacer la joven.
En el séptimo Belamur daría a conocer su decisión y ese mismo día se celebraría y consumaría la unión.
Los dos primeros le correspondieron a Astrolfo, aquel que le regaló el antifaz. Era un sabio, un hermeneuta de la religión de los Soberbios Egregios. Serio, muy circunspecto y aburrido. Prolijo y cuidadoso de sí mismo, cambiaba varías veces al día de antifáz pretendiendo indicar con una leve variación en el color sus estados de ánimo. Bellamur se aburrió muchísimo con él pues sòlo hablaba del Libro Sagrado y sus interpretaciones. Se le hizo más insoportable aún, cuando empezó a preguntarle si era ducha e iniciada en los ritos de la prolongación de la estirpe. Esto la fastidió pues, aunque los ritos eran universalmente conocidos, no era de buen gusto hablar de ellos y menos a una dama.

Luego le tocó a Calixto, esa extraña mezcla de amaneramiento y fortaleza. Con sus ropajes de colores brillantes, máscaras ricamente bordadas, gestos ampulosos y opíparas comidas. Las dos noches culminaron con un baile y durante el día no estuvieron un momento a solas. Los rodeaba un enjambre de servidores dispuestos a satisfacer cualquier necesidad o capricho que tuvieran. Bela no pudo hablar de nada interesante con él, más aún se sintió ignorada. Casi como una joya más que prendería en el muestrario de su riqueza y poderío.

El quinto día, desilusionada y sin esperanzas se dirigió al encuentro de Macario. Ya había decido que ninguno de los otros podría ser su compañero y no le gustaba lo que podía apreciar en Macario.
Éste la recibió con una reverencia y tomándola suavemente de la mano, la condujo al exterior del castillo, donde los esperaba un carruaje tirado por 2 caballos con el que fueron a recorrer la región. Macario le habló de las personas que vivían en las casas frente a las que pasaban, le mostró árboles de 200 años, la llevó a un rincón escondido del bosque, donde un riachuelo ofrecía sus frescas y cantarinas aguas a los animales. Belamur estaba hipnotizada por la cadencia de su hablar y por lo interesante de su conversación. Así pasaron volando las horas del primer día. En el segundo él empezó a hablarle de su pueblo, de su familia, de sus proyectos para el futuro y de lo importante que era para él y para todos los suyos que ella lo tuviera en consideración en el momento de la decisión. Fueron dos jornadas muy interesantes y llenas de descubrimientos. Tanto que recién en la noche del sexto día Belamur se dio cuenta de que Macario no había cambiado de máscara y en ese mismo momento, advirtió que no le importaba, que se había acostumbrado a esa cara oscura y maltrecha que le había transmitido tanto conocimiento al mismo tiempo que le proporcionaba paz y una gran serenidad.

Eran las primeras horas del séptimo día y Belamur no lograba conciliar el sueño. Había decidido que Macario era el elegido pero algo la mantenía en vilo y no la dejaba descansar. Era la noche del día siguiente. No temía a los ritos de prolongación del linaje pues, de acuerdo a las normas y costumbres de su religión, los había aprendido y practicado desde el día de la Iniciación (prueba de ello eran sus dos pequeños hijos que, demostrando su fertilidad, la habían hecho aún más deseable a los ojos de poderosos del reino como futura compañera de vida).
Temía a los minutos posteriores a la culminación del rito cuando, como prueba de unión total, ambos deberían quitarse las máscaras y exponerse al otro en total desnudez. ¿Qué pasaría en ese momento? ¿Cómo reaccionaria Macario al ver su rostro? Y… ¿cómo sería el rostro de Macario?… ¿Cómo sería?

Así pasaron las horas hasta que llegó el día. Los hechos transcurrieron de acuerdo a lo estipulado. Astrolfo y Calixto se retiraron procurando disimular la humillación y sin poder comprender porqué habían sido rechazados. Belamur y Macario se hincaron ante el representante de los Soberbios Egregios y unieron sus vidas ante ellos… Luego de los festejos fueron a sus aposentos. Se despojaron de sus vestiduras y cumplieron el rito para el que estaban destinados. Ambos se supieron bendecidos por los Egregios pues en la culminación sintieron una dicha y felicidad que nunca habían experimentado.

Llegó el momento tan temido por Belamur. Ella, cumpliendo con la tradición, se quitó primero la máscara y se expuso totalmente desnuda ante él. Temerosa de su rechazo pues, al no tener jamás oportunidad de comparar su rostro con el de otra mujer no sabía que era bella. Macario la tranquilizó con caricias y palabras de amor. Ahora le correspondía a él quitarse la máscara. Belamur víó en sus ojos el mismo dolor y miedo al rechazo que ella había experimentado. Macario le habló de su amor, de su pasión, de su entrega y luego quedó en silencio. Llevó las manos a su máscara y se la sacó bruscamente, mientras cerraba los ojos con un suspiro de resignación.

Se hizo el silencio, un silencio extraño, insoportable. El empezó a gemir y quiso taparse la cara con las manos. Belamur no se lo permitió. Ella estaba maravillada y azorada. Los Egregios la habían escuchado y le concedieron el más íntimo de sus deseos. La cara de Macario era la fiel reproducción de su máscara, o al revés, la máscara era la copia fiel de las facciones de Macario. Y merced a esa gracia de los Egregios ella vería por toda su vida y hasta el final de sus días, la cara del hombre que la había enamorado.-
María del Rosario Márquez Bello
Derechos Reservados
18 de agosto de 2009

12 comentarios:

  1. Apasionante y absorbente hasta el final.
    Sos una genia escribiendo.
    Ya lo posteare haciendo mencion a tu nombre.
    Un beso enorme y mis felicitaciones!!!!

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  2. que cuento tan maravilloso.
    si en la vida fuera igual que en los cuentos....

    besos

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  3. Gracias Susu...
    Hubo un chispazo y llegó la inspiración. :-)
    Es un honor que me postees en tu blog.
    Besos
    Rorry

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  4. Y, nos quedan los sueños y la imaginación JoLuis.
    Un abrazo
    Rorry

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  5. Rorry,te dejo felicitaciones muchas por lo que has escrito... y a Susuru por impulsarte a hacerlo....y vaya que lo hiciste bien...SER

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  6. Rorry: te felicito, es un cuento que atrapa hasta el final, me encantó. Saludos!

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  7. Cecilia
    Me alegra que te haya gustado. Muchas gracias por tus palabras.
    Saludos desde Buenos Aires (Cap)

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  8. Me ha enganchado hasta el final el cuento ¡QUé bueno!

    Cuando conoces a una persona por primera vez siempre te quedas agradado o desilusionado, cuando te quedas agradado y quieres conocerla más pueden pasar dos cosas. Por un lado te puedes llevar una desilusión al ver que has puesto todo tu interés en ella y no has sido correspondido; por otro lado te puedes quedar más maravillado aún al ver que se mantiene igual que desde el principio, que fué sincera desde el primer momento.

    Dicen: "Los verdaderos amigos son aquellos que aun conociéndote siguen siendo tus amigos".

    Me gusta mostrarme como soy desde el primer día.

    Vos sos una genia escribiendo, de eso no hay duda alguna.

    Un beso

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  9. ¡Gracias Gus!
    Opino como vos con respecto a la amistad. A vces pasa que lo que te desilusionó al principio, como en el cuentro, te cautiva por otros motivos y, generalmente, esos son los que perduran a traves del tiempo.
    Gracias por tus palabras. Mi Ego está por las nubes !!!!
    Un beso
    Rorry

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  10. gracias por tu comentario en mi blog...aca ano y por lo que puedo ver estas ecribiendo un cuento?o novela?
    un abrazo colega,las hay tantas!que aun me sigo sorprendiendo!
    lidia-la escriba perenne
    www.deloquenoehabla.blogspot.com

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  11. es un cuento!!!!!!!bellisimo ...gracias!!
    nuevamente
    lidia-la escriba perenne
    www.deloquenosehabla.blogspot.com

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