
LA HEREDERA
Una sonrisa iluminaba su rostro cuando veía a Natalia trabajar con tanto ahínco. Tenía la certeza de que ella la reemplazaría con eficacia cuando llegara la hora de su partida. Su hija, gentil, diligente y dispuesta, había logrado el amor, la consideración y el respeto de todos. Estaba siempre en el lugar en el que era necesaria. Si un niño enfermaba, allí estaba ella. Si aquel otro era demasiado travieso, sus ojos atentos lo seguían sin pausa. Los ancianos sabían que, cuando fuera necesario, Natalia acudiría a su lado.
Junto a los sanos y a los enfermos, los deprimidos y exaltados, las madres solteras y las viudas desconsoladas, los alcohólicos y los abstemios, los probos y los deshonestos, los pobres y los ricos. Con los que trabajan y los que recorren las calles en la desolación de la búsqueda sin respuesta. Junto a los felices y a los infelices, a aquellos que aún esperan y a los desesperanzados. Al lado del lecho de los moribundos y la cama de las parturientas. Con una canción de cuna en los labios o un rosario en sus manos... siempre, siempre estaba su hija. Natalia.
Dulce niña. Bien querida. Fuente de ternura. Mano que conforta. Palabra de aliento. Sonrisa que calma la angustia. Presencia que atempera los dolores, todo eso era ella para la gente de la comarca.
No hay duda, desde el primer momento fue una buena alumna y, si continuaba con esa entrega, superaría a la madre, cansada y agostada ya por su difícil y áspera misión. Entonces, cuando llegara el momento, sabía que Natalia estaría junto a ella, presta a agregar su nombre a la lista y acudir luego, en su reemplazo , desde entonces y por el resto de su vida, al encuentro cotidiano con la Oscura Segadora para informarle sobre aquellos cuyas almas ya estaban prontas para la cosecha.-
Maria del Rosario Márquez Bello
Derechos Reservados
¡Qué final!
ResponderEliminarYo pensaba que iba a ser una muchacha que ayudaba a todo el mundo debido a las enseñanzas en solidaridad que le había donado su madre... Pero no, resulta que se trataba de la muerte.
Y ahora reflexiono, es verdad que la muerte ataca a todo tipo de personas y que una persona, por mucho dinero que tenga, nunca podrá comprar vida. ¿No merece la pena ser bondadoso, ser feliz, olvidarse de los problemas y hacer sentirse feliz a todos los que nos rodean? Porque luego la muerte llega y qué, qué hacemos con ese tantísimo dinero que nos hemos preocupado en ahorrar. Lo único que conseguimos es ser... "Los más ricos del cementerio".
Muy buena historia, me gustó
Besico!
¡Gracias por tu comentario, Agustin!
ResponderEliminarTenes razón. Tambien es como recordar que "No es oro todo lo que reluce". Que aquello que nos parece el epítome de la bondad y gentileza, puede esconder propósitos ocultos.
Y tambien, me pareció interesante el enfoque de que la Muerte no es onmipresente y que necesita delegados que le informen acerca de los candidatos a su visita.
Gracias por visitarme...
Beso allende los mares
Rorry
WUAUUUUUUU...
ResponderEliminarHeredera del acontecimiento que llega implacable.
A la hora, día, minutos que no se pueden negociar.
La culminación de una etapa con el gran interrogante si a esa le siguen otras similares o diferentes.
Recuerdo algunos versos del romancero español:
"las puertas están cerradas
ventanas y celosías
yo soy el amor amante
soy la muerte......
tenderé cordón de seda
para que subas arriba
la fina seda se rompe
y la muerte ya venía....
ay muerte tan presurosa
déjamevivir un día
un día no puede ser
una hora tienes de vida......
Me encantó con el sorpresivo final.
Un besote
encontré el poema completo y te lo regalo, quizás lo conozcas:
ResponderEliminarROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE
Un sueño soñaba anoche soñito del alma mía,
soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría.
—¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas, ventanas y celosías.
—No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía.
—¡Ay, Muerte tan rigurosa, déjame vivir un día!
—Un día no puede ser, una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba, más deprisa se vestía;
ya se va para la calle, en donde su amor vivía.
—¡Ábreme la puerta, blanca, ábreme la puerta, niña!
—¿Cómo te podré yo abrir si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio, mi madre no está dormida.
—Si no me abres esta noche, ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando, junto a ti vida sería.
—Vete bajo la ventana donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare, mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe; la muerte que allí venía:
—Vamos, el enamorado, que la hora ya está cumplida.
Anónimo
¡Graciassss!!!!
ResponderEliminarMe encantó el regalo.
Si, lo conocía, pero hace añares que no lo leía.
Que belleza....
Heredera y muy bien enseñada. Siempre cerca de todos, pero más aún de aquellos que estan pasando por situaciones límites que los hacen merecedores de incorporarse a la lista de candidtatos...
Besosss
En mi blog tienes un premio para llevarte y compartirlo.
ResponderEliminarBesos