Porque sí, porque la vida lo quiso, soy así. Apasionada y dulce, analítica, pragmática. Acepto la realidad, no me engaño más. Ya me engané, ya me engañaron. Lo lamento, por ellos, no por mi. El dolor, como el sol, madura, forma. y por eso, porque sí... Soy asì.

martes, 6 de octubre de 2009

Canción triste de una madrugada (3º Parte y Final)









Amanece. Vacilante en su borrachera, con el cuerpo agostado luego de otra larga noche de trabajo, Sadie camina rumbo a su hogar. No consiguío que alguien la acercara hasta su casa, f
altan pocas cuadras, pero son las que más teme.

Tendrá que pasar frente al edificio donde vivió los primeros años de su vida. El que atesora sus mejores y peores recuerdos. La escalera de acceso de los veranos calientes y los juegos infantiles. La ventana del living donde aún parecen titilar las luces del arbol de la última navidad que pasaron en familia. Verá tambien la ventana de la cocina, esa desde la que vió, impotente, como su padre, enceguecido de alcohol y celos, hundía un cuchillo en el pecho de su madre. Hará un esfuerzo para no dirigir sus ojos hacia ellas pero, como todas las noches, cumplirá con el rito de su auto flagelación.

-Si no hubiera hablado-murmuraba-si no hubiera hecho ese comentario.¡ Pero sólo tenía 6 años y quería saber todo, acerca de lo que me rodeaba!

Estabas sentada en la mesa del comedor viendo cómo tu papy terminaba la decoración navideña. En ese momento estaba colgando la corona de muérdago del vano de la puerta. Entonces preguntaste:

-Daddy ¿Es cierto que el múerdago sirve para que la gente se dé un beso cuando pasa debajo de él?

-Sí,querida- contestó su padre en un murmullo mientras sostenía un clavo entre los labios.

-¿Sólo pueden besarse allí?

-¡Aja! -volvió a murmurar el padre.

-¿Y todo el mundo sabe que sólo puede besarse ahí?-volviste a preguntar.

-¡Si! -contestó a duras penas, un poco fastidiado por tanta insistencia.

-Entonces voy a decirle a Mamá venga al comedor y que deje de besar a James en el pasillo.

Oh, Dios!!! aún suenan en sus oídos los gritos, los insultos y los pasos de Mamy bajando las escaleras a todo correr. Pero no fue lo suficientemente rápida y los celos, y las jarras de cerveza que Papy había tomado en el bar con sus amigos, fueron más fuertes que el amor y el sentido común.

Así fue que la nieve se tiño de rosa... y los vecinos se asomaron a las ventanas, y llegaron las luces de la ambulancia y de los patrulleros a sumar su azul a las decoraciones navideñas.

Luego tendrá que pasar por el escenario de sus más grandes tristezas y humillaciones, el asilo de paredes falsamente alegres. Ahora las han pintado de celeste con rondas de niños jugando...
-En mi época eran grises, casi negras, como era la vida de todos los que estábamos allí –murmura mientras una sonrisa triste curva sus gruesos labios. Todavía la estremece recordar el primer día que pasó ahí. Llegó de la mano de un policía gordo y bonachón, que la había tratado con ternura y que no pudo evitar un mirada de tristeza cuando la entregó a la celadora.


-¡Una mona más para el zoológico. ¡Estos negros paren como conejos! ¡Vaya uno a saber en qué chiquero la encontraron!”-gruñó la mujer, con desdén-, y agarrándola de la mano la llevo a la oficina de la Directora.

Ella quiso explicarle que su casa era bonita, muy limpia.Llena de amor y alegría, que Mamy y Daddy no eran conejos, sino unas personas muy dulces y buenas que todas las noches la arropaban y besaban antes de que se quedara dormida entre sabanas y frazadas con lindo olor a jabón. No pudo. Apenas abríó la boca, la mujer le dio un sacudón y dijo-¡Silencio! ¡Aquí solo se habla si le preguntan algo! ¿Entendió?- Asustada, Sadie dijo que sí con la cabeza y caminó en silencio hasta las oficinas de la dirección. Luego de llenar unos papeles, le mancharon los dedos con tinta y los presionaron contra un papel muy raro, todo lleno de cuadrados.

Mucho después, años despues, supo, por propia experiendia, que eso se hacía en las comisarías, con los asesinos, con los delicuentes o con gente a la que no consideraban decente. Pero, ¿qué crimen había cometido ella? Nadie se lo quiso explicar.

Ensimismada en estos recuerdos, no se percató de estaba pasando junto a otro de los sitios que llenaban de temor sus noches, la bodega abandonada de Madison Street. No le gustaba ese lugar. El edificio, se había convertido en refugio de adictos y borrachos. Hombres y mujeres, intoxicados de alcohol, crack o polvo de angel se dejaban caer allí donde los invadiera el sopor de sus ensoñaciones y había que caminar, con mucho cuidado, evitando los bultos informes de sus cuerpos, a riesgo de desatar su furor si, inadvertidamente, se los rozaba.


Por desgracia, esto fue lo que sucedió. Perdida en el recuerdo del momento en que con unas tijeras afiladas la celadora cortaba de cuajo sus hermosas trencitas prietas –así las llamaba mamá cuando terminaba de adornarlas con un moño rojo-, tropezó con el cuerpo de un hombre y cayó encima de él. Ëste, asustado, enfurecido y casi por reflejo, la atacó con saña usando como arma una de las botellas rotas que siempre guardaba a su lado, como elemento de defensa.
Las filosas puntas de vidrio se clavaron en el pecho de Sadie y otra vez, y fue así como, en alas de un recuerdo que revivia una y mil veces, repitió aquello revivido...

Y la nieve se tiño de rosa... Y los vecinos se asomaron a las ventanas... Y las luces de los patrulleros y la ambulancia dibujaron encajes de azul en los muros de los edificios.-

María del Rosario Márquez Bello
Rorry, la Charo
6 de octubre de 2009
Derechos Reservados












11 comentarios:

  1. Buenos dias querida!

    Pasaré mas tarde para leerte con atención ahora te dejo un beso

    Flor

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  2. Muy buen relato Rorry,conmovedor. Hay personas que vienen sigandas por un destino de dolor, aunque no lo querramos aceptar. Veo además que ambientás en cualquier lugar y época, genial! Un abrazo.

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  3. Tristísimo relato que me hizo ponerme en el cuerpito de esa inocente niña y sentir como a través de una tragedia se delineó su destino.
    Muy bien lograda la historia, conmovedora y atrapante.
    felicitaciones.

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  4. Emotivo relato y muy bien narrado.
    Me gusta leerte y mientras la nieve se tiñe de rosa, vengo a tu ventana a sentir como entran los colores por ella.
    Un beso.

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  5. Hola Flor
    Recien hoy tengo tranquilidad para contestar mis comentarios.
    Te esperoooo!!!
    Un beso
    Rorry

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  6. Cecilia
    Pareciera que así es su destino. De acuerdo a las filosofías orientales tendríamos que decir que vienen a aprender algo para elevarse en su camino. Y, a veces, parece que es así.
    En fin, son misterios insoldables, que quizás descubramos cuando sigamos el camino de la luz.
    Un beso
    Rorry

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  7. Hola Susu
    Pareciera que, como le decía a Cecilia uno debe aprender ciertas capacidades de las que adolecemos. Esta pobre Sadie arrastró toda su vida la culpa de haber hablado pero, qué conciencia tenía ella de lo que hacía. En fín, creo que muchas veces asumimos la culpa de aquello de lo que no somos responsables y ello nos persigue durante mucho tiempo.
    Gracias por tu comentario.
    Besoss
    Rorry

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  8. Karol_a
    Gracias por visitarme. Es lindo verte por aquí.
    Por suerte estoy un poco más libre de tiempo aunque mi blog me está dando algunos pequeños dolores de cabeza.
    En unos instantes me veras de visita por tu casa.
    Un beso

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  9. ¡Hola, Rorry! ¡Qué triste final! La verdad es que no tengo muchas energías para asumir tal tristeza. Quizás es el día lluvioso y esta luz de otoño.

    Un abrazo

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  10. ¿Es triste la luz de otono en tu patria, Melibea? ¡Que pena!
    Nosotros, por suerte, gozamos de otoños luminosos. Para mí el otoño es la más hermosa estación del año en Buenos Aires. (eso que precede al Invierno que para mí es la peor época del año)
    Un beso y ¡arriba el ánimo!

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